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  • Atanasio

Y Habitó Entre Nosotros: Parte Tres


JUAN 20:28




Cuando se medita en las gloriosas afirmaciones del Evangelio de Juan, sin duda la afirmada por Tomás queda entre los primeros puestos en cuanto a profundidad refiere. Este texto tiene dos cualidades que lo hacen diferente a los demás sobre afirmaciones de la Deidad de Cristo se puede hablar, a saber, (i) su absoluta claridad sobre la afirmación de Tomás y (ii) la extrema improbabilidad intrínseca de las réplicas del crítico de la Deidad de Jesús. Si bien en este escrito no se puede hacer un examen intensivo sobre Juan 20:28, sí se puede hacer una evaluación del significado más probable y coherente.

Antes de iniciar, sin embargo, permítase un resumen conciso de los anteriores versos. En Juan 1:1, se notó cómo la construcción tiene una estructura quiástica con énfasis en la segunda cláusula [1] y se argumentó por la inevitable conclusión de la Deidad del Verbo y, a su vez, su personalidad distinguida de la del Padre.


En Juan 8:58 se mostró el significado más probable de la frase de Jesús “Yo Soy” que, al estar sin predicado, contiene la noción de sentido absoluto. Esto, por supuesto, conducía inexorablemente al oyente judío a Éxodo 3:14 lo que dibujaba en su mente la idea de las palabras de Jesús: Este judío nacido en Belén, cuya procedencia creían dudosa, afirmaba ser Dios mismo.


Ahora, ¿por qué escoger este último pasaje, entiéndase, Juan 20:28? La razón de esto es que está ubicado en la periferia del final del Cuarto Evangelio. Los tres versículos escogidos para el modelo de Los Tres Pilares fueron seleccionados para mostrar una línea doctrinalmente melódica desde el inicio hasta el final de Juan para revelar la supremacía total de Cristo.


A la luz de esto, ¿cómo podemos entender Juan 20:28? Esta es la segunda expresión más fuerte de la Deidad de Jesús en el Cuarto Evangelio [2]. El tratamiento de este pasaje consistirá en tres categorías: (i) Crítica textual, (ii) gramática y (3) posibles objeciones.



(I) CRÍTICA TEXTUAL

Cuando hace varios años el célebre y reconocido erudito Bart Ehrman publicó su libro The Orthodox Corruption of Scripture, el mundo de la crítica textual tuvo una pequeña convulsión. Justamente es en este libro en el que Ehrman reflejó un poco de reflujo textual sobre Juan 20:28 debido a un manuscrito del siglo V que omitía el artículo definido antes de la palabra “Dios” [3]. Sin embargo, incluso concediendo el uso de este manuscrito, la identificación tomasina de Cristo como Dios no se ve minada. En primer lugar, Harris enumera varias razones para tomar a Jesús como Dios. En segundo lugar, y más significativo aún, si este artículo no está presente entonces tenemos un caso de lo que los gramáticos griegos llaman “Regla de Granville-Sharp” [4]. Esto implica que, aunque haya artículo, la afirmación de Tomás sería aún más poderosa, en vez de dejar el sustantivo en su modo indefinido.

Añadiendo a lo anterior, es debido señalar que el manuscrito señalado por Ehrman es, cuanto menos, excéntrico y poco probable de elegir [5]. Las consideraciones críticas de Juan 20:28 no son en absoluto problemáticas, como el lector habrá notado.



(II) GRAMÁTICA

En su aspecto nominal y usualmente traducido de Juan 20:28, no hay indicios de la aplicación conceptual de Granville-Sharp. Las anteriores consideraciones se dieron en el marco de la supuesta aplicabilidad del manuscrito señalado por Ehrman, donde sí se cumpliría la norma. Sin embargo, el propio Sharp señala sobre este pasaje: “Excepto acciones distintas y diferentes que se pretenden atribuir a una misma persona; en cuyo caso, si la oración no se expresa de acuerdo con las tres primeras reglas, sino que aparece como una excepción a esta sexta regla, o incluso a la quinta, (pues, esta excepción se relaciona con ambas reglas) el contexto debe explicar o señalar claramente a la persona a quien se relacionan los dos sustantivos: como en 1 Tesalonicenses. iii. iii. 6.... Y también en Juan, XX. 28. καὶ Ὁ Ὁ Ὁ Ὁ Θωμᾶς καὶ εἶπεν αὐτῷ ΚΥΡΙΟΣ μου ΚΑΙ ΚΑΙ Ὁ ΘΕΟΣ μου. Si los dos sustantivos (ὁ κύριος μου y ὁ θεός μου) fueran los principales sustantivos nominativos de una oración, expresarían las cualidades o dignidades descendientes de dos personas distintas, según la sexta regla; pero, en este último texto, dos caracteres divinos distintos se aplican sólo a una persona; pues, el contexto expresa claramente a quién se dirigieron las palabras por Tomás: lo que la perspicacia en la dirección prueba claramente, de la misma manera, la inutilidad de esa glosa por la cual los arrianos y los socinianos sostienen; a saber que Tomás no podía significar que Cristo era su Dios, sino que sólo pronunció, en su sorpresa, una solemne exclamación o eyaculación a Dios. El texto, sin embargo, relaciona expresamente que nuestro Señor se dirigió por primera vez a Tomás: εἶτα λέγει τῷ Θωμᾷ Φέρε τὸν δάκτυλόν σου ὧδε, & c. καὶ ἀπεκρίθη Ὁ Θωμᾶς καὶ εἶπεν αὐτῷ (que es, sin duda, a Jesús,) ὁ αὐτῷ μου καὶ ὁ Θωμᾶς θεός De modo que estos dos títulos distintos (pues, se mencionan claramente como distintos) se dirigieron manifiestamente a αὐτῷ, a esa única persona, Jesús, a quien Tomás respondió, como el texto nos informa expresamente”. [6]


En segundo lugar, la expresión “Señor mío y Dios mío” es intrínsecamente referente a Dios. La asociación de estos títulos, a saber, κύριός y θεός, es una alusión directa a Dios en el Antiguo Testamento (2 Sam 7,28; 1 Re 18,39; Jer 38, 17; Zac 13,9) [7].


Tercero, es probable que la mejor manera de entender esta frase (“Señor mío y Dios mío”) es lo que en griego se conoce como nominativo vocativo [8]. Esto se refuerza contextualmente por lo que Jesús dice en 20:29 (“Porque me has visto… Creíste”). Es probable que este verso nos remonte a Juan 1:1, 14. Por supuesto, la forma más natural de entender esto sería bajo la comprensión de Cristo como el Señor y el Dios de los Apóstoles.



(III) POSIBLES OBJECIONES


A. Tomás se refería a Jesús con “Señor” y al Padre como “Dios”.

Esta ha sido una alternativa al texto que ha sido popular por algún tiempo. No obstante, esta sugerencia contiene graves problemas. El fundamental, naturalmente, es la presencia del καὶ, en ausencia del vocativo distintivo [9], y por la frecuente conjunción de κύριός (Señor) y θεός (Dios) [10]. Por último, el uso de μου no parece indicar la idea de dos destinatarios. Más bien, es probable que refleje el trasfondo del sufijo pronominal con sustantivos copulados en hebreo/arameo [11].


B. Vocativo al Padre.

Otra interpretación asociada con Teodoro de Mopsuestia y Fausto de Socino. Esta línea plantea que la exclamación “Señor mío y Dios mío” era dirigida al Padre como un acto de agradecimiento por la resurrección de Jesús.

Naturalmente, esto plantea varios problemas fatales. Primero, parece renderizar el precedente arbitrariamente (ἀπεκρίθη… καὶ εἶπεν, “respondió… y dijo”). Bien inquiere Morris “¿Por qué Juan (o Tomás) introduciría un expresión de alabanza al Padre por una frase que dirige la ex hipótesis alabanza a Jesús?” [13]. Segundo, los anteriores usos de ὁ κύριός en Juan 20 se refieren a Jesús (vv. 2, 13, 18, 20, 25; 15). Tercero, el contexto inmediato (versículos posteriores y anteriores) tienen un fuerte énfasis en Tomás-Jesús. Por ejemplo, en el verso 27, λέγει τῷ Θωμᾷ; verso 29, λέγει αὐτῷ ὁ Ἰησοῦς.


C. Una clase de “dios menor”

Otra idea popular sobre esto es la concepción de que, si bien se está diciendo de Jesús que es “Dios”, esto puede ser similar a la forma en la cual se usa en Juan 10:24, 35. Sin embargo, es simplemente la obviedad la que frustra esta interpretación. Primero, la naturaleza de los “dioses” en Juan 10 es aún polémica. Por ejemplo, el signficado que entiendo como más probable sobre este respecto es que, así como a los “jueces” del Salmo 82, los fariseos/maestros tenían la responsabilidad de juzgar conforme a la Ley de Dios, pero igual fracasaron. ¿Qué razón en absoluto tendría Tomás o Juan para pensar en estos términos respecto a Jesús? Además, lo más intuitivo (como se señaló antes) sería la idea de la plena Deidad, tal y como probablemente hayan querido expresar debido a su fuerte trasfondo veterotestamentario.



CONCLUSIÓN

Para este punto podemos concluir que, en la frondosa cristología de Juan, Jesús no es menos que Dios encarnado. Hemos revisado Juan 1:1; 8:58 y 20:28 para señalar firmemente la Deidad de Cristo en el Evangelio de Juan. Esperamos que este breve modelo probatorio conocido como “Los Tres Pilares” sirvan a los cristianos a defender el corazón mismo de nuestra esperanza histórica. A saber, la identidad misma del Mesías Prometido.


En Cristo, con esperanza,





NOTAS Y REFERENCIAS

[1] Un quiasmo no es más que una técnica retórica en el cual las líneas se formaban de tal forma que formaban una X. Esto lo hacían para llamar la atención sobre alguna sección del escrito.

[2] Algunos han sugerido que la declaración de Natanael en Juan 1:49 se le compara en claridad. Sin embargo, hay poca duda de que la expresión de Tomás sigue siendo superior (ἀπεκρίθη Θωμᾶς καὶ εἶπεν αὐτῷ · ὁ κύριός μου καὶ ὁ θεός μου).

[3] Este manuscrito occidental, llamado D (05), omite el segundo artículo y presenta εός μου en lugar de θεός μου. [Frederick H. A. Scrivener, Bezae Codex Cantabrigiensis (London: Bell and Daldy, 1864), 156]

[4] La regla de gramática hebrea Granville-Sharp consiste básicamente en que, cuando hay un kai copulativo que une dos sustantivos y un artículo definido está presente antes del primer sustantivo, entonces ambos se relacionan con la misma persona del caso. La construcción sería algo semejante a ὁ κύριός μου καὶ θεός μου

[5] Wright cita a Yoder, que señala: “Según el recuento real, hay un uso parsimonioso del artículo en D; de hecho, esta situación se obtiene en cada libro, excepto en Lucas". [Yoder, “The Language of the Greek Variants of Codex Bezae,” NovT 3 [1959]: 245].

[6] Sharp, Granville. Remarks on the Uses of the Definitive Article in the Greek Text of the New Testament, Containing Many New Proofs of the Divinity of Christ, from Passages Which are Wrongly Translated in the Common English Version. 3rd ed. London: Vernor and Hood, 1803.

[7] Oscar, C. (1998). Cristología del Nuevo Testamento. España: X. Pikaza, p.393. Es probable que algún lector se pregunte por qué Tomás le llamó “Señor” además de Dios. ¿Acaso el título “Señor” no está directamente asociado con la Deidad de Cristo? El término griego κύριος literalmente significa "maestro". La confusión ocurre porque parece usarse en la Septuaginta griega para traducir el Tetragrammaton, la palabra hebrea יַהְוֶה. Pero, de hecho, no se está utilizando para traducir יַהְוֶה, sino en su lugar, אֲדֹנָי. Se usó para traducir אֲדֹנָי porque אֲדֹנָי es lo que los judíos realmente leyeron cuando vieron la palabra יַהְוֶה en sus escrituras. Es probable, entonces, que con “Señor” haga una referencia a Jesús como Su maestro. Sin embargo, esto no milita necesariamente con connotaciones de señorío, propios de la Deidad.

[8] El espacio no permite una discusión detallada, sin embargo, debe mencionarse que otra probabilidad igual de plausible es entender esto es como un predicativo nominativo. Esto significaría que sería una forma de exclamación. Sin embargo, esto no afecta a la tesis del presente debido que, aunque se entienda de esta manera, aún la identidad de Jesús como el Señor y el Salvador estaría herméticamente cuidada

[9] Por ejemplo, Ἰησοῦς

[10] Harris, M. (1992). Jesus As God: The New Testament Use of Theos in Reference to Jesus. 2nd ed. p.106.. Si lo antes dicho fuera poco, continúa Harris, el contexto inmediato (vv. 24-27, 29) contiene numerosas referencias a Jesús, pero ninguna al Padre, de modo que un apóstrofe repentino es extremadamente improbable.

[11] Ibíd. 107.

[12] Grammar §2050

[13] Harris, M. (1992). Jesus As God: The New Testament Use of Theos in Reference to Jesus. 2nd ed. p.109.

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